jueves, 8 de diciembre de 2016

EN NADA ESTEIS AFANOSOS

                                                 
Filipenses 4:6-7

Reunión No. 14
Fecha: 05/06/14  Asistencia 8 personas

            Uno de los problemas actuales es que la gente está afanada tratando de conseguir o comprar las cosas que necesita para subsistir. Esta preocupación la reflejan los hermanos en la célula, y se nota que quieren resolver sus problemas sin tener en cuenta a Dios, lo están dejando por fuera, y tratan y tratan pero la mayoría de las veces no logran resolver nada. Entonces vienen las lamentaciones o algo que a veces oigo: “¿por que me pasa esto? “

            En Dios están todas las soluciones a nuestros problemas, pero tenemos que decírselas, no hay razón para que no podamos comunicárselas, el estará siempre atento a oír nuestras peticiones.

            La palabra a compartir la estoy llevando a la célula de acuerdo a las necesidades que vea manifiestas en los hermanos y si no hay algo apremiante entonces compartiremos de acuerdo a lo que se predique en la iglesia. Hasta el día de hoy no hemos tenido la necesidad de hacer esto ultimo, pero es algo que tengo presente. 

Mensaje de la palabra: Filipenses 4:6-7

            Es nuestro deber ser diligentes pero en armonía con una sabia previsión y con la debida preocupación; pero hay un afanarse de temor y desconfianza que es pecado y necedad, y sólo confunde y distrae la mente.

            Como remedio contra la preocupación que confunde se recomienda la constancia en la oración. No sólo los tiempos establecidos de oración, sino constancia en todo por medio de la oración. Debemos unir la acción de gracias con las oraciones y las súplicas; no sólo buscar provisiones de lo bueno, sino reconocer las misericordias que recibimos.

            Dios no necesita que le digamos nuestras necesidades o deseos porque los conoce mejor que nosotros, pero quiere que le demostremos que valoramos su misericordia y sentimos que dependemos de Él.

            La paz con Dios, esa sensación consoladora de estar reconciliados con Dios, y de tener parte de su favor, y la esperanza de la bendición celestial, son un bien mucho más grande de lo que puede expresarse con plenitud. Esta paz mantendrá nuestros corazones y mentes en Jesucristo; nos impedirá pecar cuando estemos sometidos a tribulaciones y de hundirnos debajo de ellas; nos mantendrá calmos y con una satisfacción interior.


  

No hay comentarios:

Publicar un comentario