jueves, 15 de diciembre de 2016

SEMBRANDO VALORES

               
Efesios 6:1-4

REUNIÓN No. 18
Fecha 03/07/14   Asistencia 11 personas

            Hoy el apartamento donde nos reunimos esta lleno. Hay varios niños y aunque vemos que asistieron once personas hay tres que vienen por primera vez. Esta es el resultado de la evangelización y las visitas que se hacen los sábados, ya que aprovechamos la oportunidad para invitar a todas las personas que podamos.

            La inquietud de los hermanas en la célula sigue centrada en sus hijos. En la reunión anterior la hermana que tuvo a su cargo el mensaje bíblico habló de la crianza de estos y de la importancia de educarlos con la palabra de Dios.

            Este tipo de temas son buenos ya que casi todos intervienen y la conversación se pone sabrosa. Que si la hija malcría a los nietos, que el hijo no le hace caso y pare usted de contar, pero al final siempre se llega a la conclusión de que si no instruimos al niño en los caminos del Señor, el joven se apartará de las cosas correctas.

Mensaje de la palabra. Efesios 6:1-4

1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;
3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.
4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.

Comentario bíblico:

            El gran deber de los hijos es obedecer a sus padres.
La obediencia comprende un amor interior por los padres y acciones o actos externos que reflejen este amor y obediencia, y en todo caso la prosperidad ha acompañado siempre  a los que se distinguen por obedecer a sus padres.

            El deber de los padres.
No seáis impacientes ni uséis severidades irracionales.
Hay que tratar a los hijos con prudencia y sabiduría; aconsejándolos en sus juicios y actuando  en la razón de ellos.

            Criarlos bien; bajo la corrección apropiada y compasiva, y en el conocimiento del deber que Dios exige.

            Este deber es frecuentemente descuidado hasta entre los que profesan el evangelio.

            Muchos ponen a sus hijos en contra de la religión, pero esto no excusa la desobediencia de los hijos aunque lamentablemente pueda ocasionarla.

            Solo Dios puede cambiar el corazón, pero Él da su bendición a las buenas lecciones y ejemplos de los padres, y responde sus oraciones.
           
            Pero no deben esperar la bendición de Dios los que tienen como afán principal que sus hijos sean ricos y realizados, sin importar lo que suceda con sus almas.

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